El color del hidrógeno
Las energías del futuro se suceden unas a otras avaladas por la ciencia y por una determinada coyuntura geopolítica que las convierte en las escogidas para ser la solución mágica a una demanda
creciente y, lamentablemente, bastante irreflexiva en cuanto a los impactos de la generación de energía. Algunas de estas modalidades incluso desaparecen por el camino puesto que, con el tiempo y los cambios de coyuntura, dejan de ser tan milagrosas que se había explicado, como se ha visto con el fracking en los Estados Unidos.
Ahora, a Europa, y a buena parte del mundo, hay un amplio consenso institucional y político que el hidrógeno verde es la energía del futuro. La Comisión Europea impulsará en los próximos años los denominados Valles del Hidrógeno, zonas donde desarrollar esta modalidad energética, que ciertamente tiene un gran potencial si se solucionan los interrogantes que todavía quedan para resolver. Uno de ellos es el color, porque el hidrógeno solo se puede considerar verde si la energía que alimenta su producción es de origen renovable. Y esta es la gran cuestión.
Tarragona se ha postulado desde el primer momento como candidata para ser una de estas Valles del Hidrógeno con el liderazgo de la URV y la implicación de buena parte de nuestro tejido institucional y económico. Las características sociales, económicas y geográficas de nuestras comarcas y nuestra experiencia y especialización en el campo de la energía nos convierten en unos candidatos para aspirar a recibir una parte de los ingentes fondos europeos que se movilizarán para esta causa. Pero a Tarragona y en todo Cataluña tenemos pendiente de resolver el tema del color del hidrógeno.
Ahora hace unas semanas se anunciaba que las comarcas de Tarragona tendrán la electrolizador más importante del Estado para fabricar hidrógeno renovable, gracias al impulso de Repsol, Enagas, Messer y Iqoxe. Pero no tenemos, ni tendremos a medio plazo, capacidad para alimentar esta planta con energía verde para que el hidrógeno que saldrá pueda colgarse este hashtag. Y esto es por el retraso que acumulamos en el despliegue de instalaciones eólicas y fotovoltaicas. O porque no somos capaces de asumir que, puesto que no nos ponemos de acuerdo en donde tienen que ir estas instalaciones, una opción es hacer líneas de transporte que nos hagan llegar el excedente de renovables que hay en la comunidad autónoma vecina, el Aragón.
Las dos opciones provocan impactos sobre el territorio. Los de los parques fotovoltaicos o eólicos o los de las líneas de transporte de la energía. Ambas opciones generan rechazo social allá donde son planteadas. Pero urge que todos juntos nos hacemos una reflexión como país: si volamos un modelo energético descarbonizado liderado por las renovables habrá que asumir estos impactos y que los territorios asuman cierta cuota de solidaridad para que el modelo se pueda materializar. En Tarragona ya tenemos cierta tradición de asumir estos impactos y los de las renovables son menores que los otros modalidades históricas implantadas en nuestro territorio.
Hace falta que el Gobierno haga la pedagogía adecuada para que estas infraestructuras energéticas salgan adelante. Pero también hace falta que el Gobierno gobierne y establezca mecanismos de decisión que pueda desencallar en plazos razonables los proyectos que ya están presentados, los que tienen que venir y, en definitiva, las apuestas que pueden consolidar este nuevo modelo energético que representa la formidable inversión de la electrolizador de Tarragona. Que, por cierto, necesitará también de infraestructuras que generarán impactos sobre su entorno. Si no lo hacemos así, pasarán los años y continuaremos malgastando energía con palabras que no se convierten en hechos.